En un ambiente cargado de recogimiento, fe y profundo simbolismo, la ciudad de Loja vivió una de las jornadas más emblemáticas de su calendario religioso: el Viernes Santo. Desde tempranas horas del día, los lojanos y visitantes se congregaron en distintos puntos del centro histórico para participar en las actividades litúrgicas que conmemoran la Pasión y Muerte de Jesucristo, un evento que trasciende la esfera religiosa para convertirse en un patrimonio cultural de honda raigambre.
🙏 Procesiones que conmueven
El acto central de la jornada fue, como cada año, la procesión del Santo Sepulcro, que recorrió las principales calles de la ciudad al caer la tarde. Encabezada por figuras eclesiásticas, grupos de acólitos y devotos vestidos de luto, la marcha avanzó lentamente entre cantos, rezos y la emotiva interpretación de marchas fúnebres por parte de bandas musicales.
En el trayecto participaron también delegaciones de parroquias urbanas y rurales, hermandades religiosas, grupos de penitentes y ciudadanos que llevaron en hombros las imágenes de Cristo Crucificado, la Virgen Dolorosa, San Juan Evangelista y otras representaciones sacras que forman parte del acervo iconográfico lojeño. La procesión se convirtió en una manifestación viva de fe popular, donde el silencio y el respeto marcaron cada paso.
🕯️ Una ciudad envuelta en espiritualidad
Durante todo el día, las iglesias de la ciudad —entre ellas la Catedral, San Sebastián, El Valle y San Francisco— permanecieron abiertas para la adoración de la Cruz y la meditación de las Siete Palabras. Las familias acudieron con recogimiento, encendiendo velas y elevando oraciones, en una tradición que se ha transmitido de generación en generación.
En muchos hogares lojanos, además, se mantuvo la costumbre del ayuno o la preparación de comidas tradicionales propias del día: sin carne, en señal de respeto y sacrificio, destacando platos como la fanesca que, aunque más común el Jueves Santo, todavía se sirve en algunos hogares en esta fecha.
👥 Fe que se mantiene viva
La masiva participación ciudadana reafirma que, en Loja, la religiosidad no es una práctica superficial sino una vivencia profunda que impregna la identidad colectiva. Jóvenes, adultos y personas mayores caminaron juntos en una muestra de unidad espiritual que, incluso en tiempos de cambio social, permanece sólida.
El Obispo de Loja, monseñor Alfredo José Espinoza, destacó durante su homilía el sentido de esperanza que representa la cruz en medio de un contexto nacional marcado por la inseguridad, la polarización política y la pérdida de valores. “En esta cruz no hay resignación, hay promesa de redención”, expresó ante cientos de fieles congregados en la Plaza Central.
📸 Espacio para la cultura y el arte sacro
Además del aspecto litúrgico, varias instituciones culturales lojeñas aprovecharon la fecha para exponer obras de arte sacro, vestimentas tradicionales de Semana Santa y fotografías patrimoniales de celebraciones pasadas. En la Casa de la Cultura y la Universidad Técnica Particular de Loja se instalaron exposiciones que atrajeron a estudiantes, turistas y amantes del arte religioso.
🗣️ Un símbolo que une a Loja
El Viernes Santo no solo representa una fecha del calendario cristiano; es también un reflejo de la memoria colectiva y la persistencia de tradiciones que definen a la ciudad. En cada paso de la procesión, en cada oración compartida y en cada lágrima silenciosa, se hizo presente la devoción de un pueblo que —en medio de las adversidades— no pierde su fe.