El expresidente de Ecuador, Rafael Correa, ha causado revuelo en las redes sociales al compartir una fotografía de su reunión con Julian Assange, el controvertido fundador de WikiLeaks, después de varios años de haberle mostrado su apoyo. Este encuentro se da en un contexto internacional cada vez más tenso en torno a la figura de Assange, especialmente tras la reciente resolución de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, que lo ha reconocido como un preso político durante su detención en Gran Bretaña.
La resolución fue aprobada con una abrumadora mayoría de 88 votos a favor, 13 en contra y 20 abstenciones. Este respaldo internacional supone un golpe para aquellos que han abogado por la extradición y juicio de Assange en Estados Unidos, donde enfrenta cargos por la publicación de documentos secretos del gobierno. La resolución también genera nuevas preguntas sobre el trato que recibió Assange durante su estancia en la embajada ecuatoriana en Londres y los eventos que llevaron a su arresto posterior.
Correa, quien en 2012 otorgó asilo político a Assange en la embajada de Ecuador, se ha mostrado muy crítico del actual gobierno ecuatoriano, y en particular, del expresidente Lenin Moreno. Bajo la administración de Moreno, Assange fue entregado a las autoridades británicas en 2019, marcando el fin de su refugio en la sede diplomática ecuatoriana. Correa no ha dudado en calificar este acto como una «traición a la patria», argumentando que Moreno puso en peligro los derechos humanos y la soberanía del país.
El expresidente ecuatoriano fue contundente en su crítica, afirmando: «Cuando regrese el Estado de derecho a Ecuador, Lenin Moreno tendrá que ser juzgado por traición a la Patria». Estas palabras han provocado una ola de comentarios en redes sociales y un debate más amplio sobre el papel de Ecuador en la protección de Assange, así como las implicaciones de la entrega del periodista a las autoridades británicas.
El asilo otorgado a Assange por el gobierno de Correa fue, sin duda, uno de los momentos más polarizantes de su mandato. Para algunos, fue un acto de valentía en defensa de la libertad de prensa y los derechos humanos, mientras que para otros fue una decisión diplomáticamente arriesgada que puso a Ecuador en la mira de la comunidad internacional. La reunión reciente entre Correa y Assange reaviva esta discusión, en un momento donde el activista sigue enfrentando una posible extradición a Estados Unidos.
Además, la situación de Assange ha vuelto a captar la atención mundial debido a las acusaciones de trato inhumano durante su encarcelamiento en Gran Bretaña. Diversas organizaciones internacionales, como Amnistía Internacional y Reporteros Sin Fronteras, han denunciado las condiciones de su detención, que, según afirman, son una violación de sus derechos humanos.
Con esta nueva ola de respaldo internacional, sumada a la figura de Correa y su continuo apoyo, el caso de Assange parece lejos de concluir. La reunión de estos dos personajes simboliza no solo un gesto de solidaridad entre ellos, sino también un llamado de atención sobre la necesidad de un debate más profundo en torno a la libertad de prensa, la soberanía de los Estados y el derecho al asilo político en un mundo cada vez más globalizado y polarizado.