Promocional

El quehacer literario lojano en la dinámica cultural republicana y Latinoamericana

Jaime Enrique Celi Correa

1.1.2.- Naún Briones -Luces y sombras de un bandolero social-

(Continuación)

Propósito evidente de esta “Crónica de Camino” precisamente es el analizarlo, dándole al lector, a más de la debida motivación, la posibilidad cierta de adentrarse en la lectura con madurez de criterio y con especificidad de propósito, toda vez que, de esa suerte, el autor habrá conseguido el suyo, sin frustraciones ni desánimos.

De principio, y luego de lo ya puntualizado, hay que decir que el historiador Galo Ramón, en su referido libro, trabaja en el relato de la historia verdadera -no de la leyenda ni mito- de la vida de carne y hueso y del accionar existencial controversial de Nahún Briones, cangonameño “blanco-mestizo”, desde siempre, catalogado por propios y extraños, como el “bandolero” que inspiró y justificó su “accionar delincuencial y asesino” en la sustentación de su visión de la estructura geopolítica y cultural de la sociedad rural de su tiempo, y de la misión que a él, en sus convicciones, le correspondía y había asumido: “desposeer de parte de su dinero a los terratenientes “hacendados” para compartirlo con los campesinos lojanos anclados en la pobreza y marginalidad”,

Para justificar y fundamentar el enfoque de este relato analítico-crítico que asumo respecto del referido libro sobre Nahún Briones, estimo pertinente, y hago mía, la tesis científica de connotación geopolítica y cultural de la autoría de los académicos lojanos, ingenieros; Numa Maldonado, Francisco Vivar C. y Jacinto Vélez G., expuesta en su libro “Escenario Natural de la Cultura Lojana – Esbozo de Geografía Física y humana”. La misma, en su “Introducción”, establece la siguiente especificidad: “La evolución cultural de un pueblo se comprende mejor si se analizan las relaciones entre el hombre y la naturaleza, el lugar que ocupan y el papel que desempeñan ciertos factores del ambiente, de manera especial los factores naturales, en la conformación de los valores materiales, sociales y espirituales de un determinado conglomerado humano, y la acción recíproca de estos con aquellos. Sobre este asunto, sin pretender alinearlos hacia los preceptos del “determinismo ambiental”, vale tener presente la conclusión formulada por Forde, citado por Meggers (1999) en el sentido de que “el estudio de las relaciones entre los patrones culturales y las condiciones físicas es de mayor importancia para una comprensión de la sociedad humana, pero no puede ser emprendido en términos de simples controles geográficos aseverados a ser identificados a simple vista. Se debe proceder inductivamente desde el minucioso análisis de cada sociedad real”. Bajo este enfoque general, la provincia de Loja, dentro de la realidad geográfica y humana del territorio de la República del Ecuador, se puede considerar como una provincia aparte, singular con etnohistoria y desarrollo propios. Una “región formal”, como la cataloga Pietri-Levi (1993), que, a pesar de su gran diversidad biofísica, su “aislamiento en el extremo sur del país ha sido generador de características económicas y sociales bien particulares, de un medio humano específico que la ha individualizado por largo tiempo y netamente en el conjunto nacional”. Es que la ubicación geográfica de la provincia -vinculada a la latitud y longitud, relieve, hidrografía, clima, suelo, flora y fauna, sin ser todos ellos factores predominantes-, ha constituido la “materia prima” que ha dado origen a un hombre peculiar: el “chazo” lojano (“campesino blanco”) poseedor de innatas costumbres y tradiciones, normas y reglas de conducta que, a la vez que lo diferencian de pueblos similares, se han insertado también, imperceptiblemente, en el haber cultural nacional y latinoamericano”

Es evidente que sobre la base de esta percepción y conceptuación científica de la realidad lojana es que debemos adentrarnos en el análisis valorativo y de comprensión del libro “Nahúm Briones Luces y Sombras de un Bandolero Social” de la autoría de Galo Ramón Valarezo.

Considero que, con este enfoque concebido y trabajado interdisciplinariamente por el autor, en éste como en todos sus tratados, le da al relato histórico, no solo su justificación editorial, sino, y sobremanera, las razones suficientes de perdurabilidad y vigencia en la memoria del colectivo lojano, a la vez que magisterio oportuno y autorizado en el entramado de esas: Sociología, Antropología Cultural, Arqueología, Etnohistoria, entre otras ciencias, en la dinámica de la geopolítica y cultura lojana, aún por impulsar y construir. En la dimensión de esta especificidad, me pregunto ¿Algún día, a nuestros centros educativos superiores – propios y en la ciudad instalados con criterio inversionista- les llamará la atención e interesará la supervivencia de la vigente, rica, amplia y expectante presencia del asunto identitario lojano?

¡Por favor!, lojanos de cepa y/o incardinación voluntaria y de circunstancia, tengamos como cierto y sin resquemores observémoslo y practiquémoslo: sin vivencia encarnada y palpitante de cada uno de los elementos vinculantes que cohesionan y dan sentido, direccionalidad y perspectiva históricas a un colectivo, la historia se nos evapora y el futuro nos será, si no negado, extraño, distante, inalcanzable y, lo peor e indeseable, sin identidad. La lojanidad no tiene excepciones.

 (Foto: Abdón Narváez/ 1920).