En México, el panorama del narcotráfico está experimentando una transformación significativa. Lejos de los modelos operativos tradicionales, los cárteles de la droga están evolucionando hacia estructuras más sofisticadas que incluyen la incorporación de talento especializado. El Cártel de Sinaloa, uno de los principales responsables de la crisis de fentanilo en Estados Unidos, lidera esta estrategia al reclutar estudiantes universitarios de química.
Según un reportaje de The New York Times, estas organizaciones buscan jóvenes altamente capacitados para sintetizar precursores químicos y mejorar la potencia de las drogas sintéticas, especialmente el fentanilo. Los métodos de reclutamiento van desde la infiltración en campus universitarios hasta el uso de redes familiares. Los estudiantes son tentados con ofertas económicas sustanciosas: pagos iniciales que pueden alcanzar los 1,000 dólares y salarios mensuales cercanos a los 800 dólares, cifras significativas para familias que enfrentan condiciones económicas precarias.
Además de sus avances operativos, los cárteles han perfeccionado su red logística y financiera. Utilizan sistemas de comercio internacional, especialmente en China, para adquirir precursores químicos y lavar dinero, reforzando su control sobre el mercado global de fentanilo.
El impacto de esta estrategia es alarmante: jóvenes profesionales, enfrentados a limitadas oportunidades laborales, son empujados a aceptar estas ofertas, poniendo en riesgo su futuro y contribuyendo al fortalecimiento de estas redes criminales.
Este fenómeno destaca la necesidad de políticas públicas enfocadas en el desarrollo económico y educativo para brindar alternativas viables a la juventud mexicana.