En un acto que marca un hito simbólico dentro del denominado caso Metástasis, Daniel Salcedo Bonilla, empresario ecuatoriano vinculado a varios escándalos de corrupción y salud pública, ofreció disculpas públicas desde el Centro de Rehabilitación Social de máxima seguridad La Roca, en Guayaquil. Este hecho se enmarca dentro de las medidas reparatorias dispuestas por la justicia ecuatoriana tras su condena por delincuencia organizada.
“Expreso mi arrepentimiento genuino por el delito por el cual he sido condenado y asumo plena responsabilidad de mis actos”, dijo Salcedo ante la presencia del juez Manuel Cabrera, la fiscal general Diana Salazar, y representantes de la Procuraduría General del Estado.
Un personaje en el centro del escándalo
Daniel Salcedo no es ajeno a los titulares. Su nombre se hizo ampliamente conocido durante la pandemia del COVID-19, cuando fue vinculado a contratos fraudulentos de insumos médicos en hospitales públicos. Ahora, su figura vuelve a ocupar las portadas, esta vez dentro de uno de los casos más estructurales de corrupción investigados en el país: Metástasis.
El caso reveló cómo una red criminal, con ramificaciones en la función judicial, la Policía Nacional y el sistema penitenciario, operaba para garantizar impunidad y beneficios carcelarios al narcotraficante Leandro Norero. Salcedo fue acusado y sentenciado por ser parte de este engranaje.
El contenido de sus disculpas
Durante la audiencia, Salcedo admitió haber colaborado en la estrategia para liberar irregularmente a Norero, lo cual incluyó sobornos, manipulación judicial y favores políticos. Reconoció haber intentado posicionar personas de su confianza en instituciones clave como Petroecuador, CNEL, CELEC e IESS, con el fin de obtener contratos y direccionar recursos públicos.
La disculpa, si bien era obligatoria como parte del proceso legal, fue presentada con un tono formal y aparentemente sincero. Aseguró que su actuar “no representa los valores de un país que merece transparencia y justicia” y dijo haber aprendido “la más dura lección”.
¿Redención o estrategia judicial?
Las reacciones han sido mixtas. La Procuraduría General del Estado aceptó el acto como parte del proceso, pero recordó que aún no se ha cumplido con la reparación económica impuesta: un monto de USD 11.040. Por su parte, la fiscal Diana Salazar también aceptó la disculpa, aunque enfatizó que la lucha contra la corrupción estructural apenas comienza.
Para muchos analistas, este gesto podría tener un trasfondo estratégico: cumplir con los requisitos judiciales para obtener beneficios penitenciarios, como una futura reducción de pena. En lo mediático, Salcedo busca reconstruir su imagen, aunque su credibilidad sigue gravemente afectada.
Un historial marcado por la impunidad
Daniel Salcedo ha sido condenado previamente por peculado, fraude procesal y lavado de activos. En más de una ocasión ha sido vinculado a operaciones fraudulentas que involucran el uso de bienes públicos, empresas fantasma y enriquecimiento ilícito. A eso se suman procesos abiertos por ingresar artículos prohibidos a prisión.
Su nombre ha estado vinculado a jets privados, cirugías clandestinas, intentos de fuga y, más recientemente, alianzas con estructuras del crimen organizado. Todo esto ha hecho de Salcedo una figura emblemática del colapso ético en ciertas esferas del poder económico y político ecuatoriano.
¿Qué sigue?
La historia de Daniel Salcedo aún no concluye. Las investigaciones continúan y nuevas ramificaciones del caso Metástasis podrían seguir saliendo a la luz. Mientras tanto, las disculpas públicas ofrecen al país un momento de reflexión: ¿Qué tipo de justicia buscamos? ¿Una justicia simbólica, o una transformación real de las instituciones?
El perdón, aunque importante, no borra el daño causado. Pero podría ser el primer paso hacia una posible rendición de cuentas más profunda, no solo de un individuo, sino de todo un sistema corroído por décadas de corrupción.