A casi medio año de enfrentar un invierno devastador, Loja enfrenta nuevamente un colapso en el suministro de agua potable por una rotura de grandes proporciones en la tubería de Shucos, un sector de la parroquia Jimbilia que abastece cerca del 70% de la población lojana a través de la planta de tratamiento Carigán. Esta falla no solo refleja la fragilidad de la infraestructura, sino también la evidente falta de planificación y respuesta eficaz por parte del Municipio.
Una infraestructura condenada al fracaso
La tubería afectada recorre una zona conocida por la mala calidad del suelo, con condiciones geotécnicas inestables que dificultan cualquier tipo de construcción duradera. Desde hace años, esta vulnerabilidad ha generado múltiples rupturas y fallas en el sistema, las cuales han sido atendidas con parches temporales que no solucionan el problema de fondo.
El Municipio, a pesar de ser consciente de esta problemática estructural, ha insistido en reparaciones recurrentes en lugar de abordar una reubicación o rediseño del trazado hidráulico que garantice la estabilidad del servicio a largo plazo.
Respuesta insuficiente y tardía
Actualmente, equipos municipales trabajan en jornadas extenuantes para reparar la tubería, realizando soldaduras, construcción de plataformas y anclajes con la urgencia que la crisis exige. Sin embargo, la ciudadanía ha manifestado su frustración porque estos arreglos son temporales y la tubería vuelve a romperse después de pocos días, generando interrupciones continuas.
Mientras tanto, la atención provisional con tanqueros y camionetas cisternas resulta insuficiente y desigual. Muchos barrios afectados permanecen sin agua potable, lo que pone en riesgo la salud pública y la calidad de vida, especialmente en medio de una emergencia climática que intensifica la necesidad de un servicio estable.
Opinión ciudadana: demanda de soluciones reales
La población lojana ha sido clara en sus críticas:
“Es insostenible que cada vez que se arregla un tramo, a los pocos días vuelve a romperse. No basta con parches. El Municipio debe buscar una ruta más estable y declarar emergencia por la crisis del agua potable.”
Estas voces evidencian el hartazgo y la desesperación de quienes dependen del agua para sus actividades diarias. La falta de una planificación estratégica y la ausencia de inversiones para un sistema hidráulico resiliente están dejando a Loja en una situación límite.
Análisis técnico: causas y consecuencias
- Terreno inestable: El suelo en Shucos presenta características geológicas que generan movimientos constantes, fisuras y hundimientos que afectan la integridad de la tubería.
- Diseño obsoleto: El trazado actual no considera estos riesgos y carece de soluciones de ingeniería para amortiguar los impactos de la inestabilidad del terreno.
- Falta de mantenimiento preventivo: La gestión municipal ha priorizado reparaciones reactivas sin implementar un monitoreo constante y planes de mantenimiento a largo plazo.
- Impacto climático: Las lluvias intensas del invierno 2025, producto del cambio climático, han exacerbado las condiciones del suelo y provocado la saturación que genera mayores daños en la infraestructura.
El sistema afectado abastece aproximadamente el 70% de la ciudad de Loja, por lo que su falla repercute directamente en la mayoría de los hogares, comercios y servicios esenciales, incrementando la vulnerabilidad social y económica de la población.
La crisis del agua en Loja es un problema estructural que el Municipio no ha logrado resolver de manera eficiente. Mientras las autoridades trabajan en medidas paliativas, la ciudadanía clama por soluciones definitivas que incluyan un rediseño integral del sistema hidráulico, la reubicación de la tubería en zonas más estables, y la declaratoria de emergencia para atraer recursos y atención prioritaria.
De no hacerse, Loja continuará enfrentando cortes recurrentes que comprometen la salud pública, la economía local y la confianza en las autoridades. El agua potable es un derecho básico, y el fracaso municipal en garantizarlo es una señal urgente de que se requiere un cambio radical en la gestión y visión de los servicios públicos.