En la madrugada lojana, cuando aún la bruma cubre las veredas del centro de la ciudad, decenas de personas ya esperan frente al Hospital Isidro Ayora. No están allí por casualidad ni por simple rutina: están formando parte de una situación que, lamentablemente, se ha vuelto recurrente en el sistema de salud pública. Largas filas de ciudadanos buscan, con esperanza y resignación, conseguir un turno médico.
A las 4:00 a.m., la fila ya bordea la esquina. Ancianos, madres con niños en brazos, personas con bastones o en sillas de ruedas, todos aguantando el frío, el cansancio y, sobre todo, la incertidumbre. La mayoría no sabe si obtendrá el ansiado papel que le permitirá acceder a una consulta con un especialista.
“No me importa madrugar, lo que quiero es que mi esposo sea atendido. Hace semanas lo venimos intentando”, dice doña Carmita, una mujer de 62 años que llegó desde Malacatos.
Un reflejo de un sistema sobrecargado
Lo que ocurre en el Hospital Isidro Ayora no es nuevo, pero sí cada vez más notorio. La demanda de atención médica sobrepasa con creces la capacidad operativa del centro hospitalario. Según trabajadores del hospital que prefieren mantener el anonimato, el déficit de personal, la alta demanda en especialidades y la falta de insumos médicos han colapsado la atención ambulatoria.
“No hay turnos para endocrinología hasta dentro de dos meses”, comenta un usuario molesto. “Imagínese lo que eso significa para una persona con diabetes que necesita control constante”, añade.
A esto se suma la digitalización incompleta del sistema. Aunque el Ministerio de Salud ha impulsado la asignación de turnos en línea, muchas personas —especialmente adultos mayores— no tienen acceso o conocimientos para utilizar plataformas digitales, por lo que la única opción que les queda es madrugar y hacer fila.
El silencio de las autoridades y el clamor ciudadano
Pese a la constante visibilidad del problema, hasta el momento no se ha emitido un pronunciamiento oficial por parte de las autoridades del hospital ni del Ministerio de Salud Pública respecto a medidas concretas para mitigar la situación.
Entre los ciudadanos crece la sensación de abandono. “No queremos regalos, no pedimos favores. Solo queremos que nos atiendan en el hospital que se supone es para todos”, señala un joven padre que busca atención pediátrica para su hijo.
Este escenario no solo pone en evidencia las fallas estructurales del sistema sanitario en Loja, sino que refleja también un drama humano silencioso, que se repite cada mañana frente a los hospitales públicos del país.
Mientras tanto, las filas seguirán creciendo, y con ellas, la frustración de quienes aún creen en el derecho a una salud digna.