El movimiento indígena ecuatoriano atraviesa una tormenta interna sin precedentes desde las históricas movilizaciones de octubre de 2019. La reciente alianza –o como la denominó su principal impulsor, un “acuerdo programático”– entre sectores del movimiento Pachakutik y la Revolución Ciudadana (RC) para apoyar la candidatura de Luisa González en la segunda vuelta presidencial, ha detonado una grave fractura política al interior de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), colocando al presidente de la organización, Leonidas Iza, en el centro de las críticas y en riesgo de ser destituido.
🔥 Un pacto polémico que terminó en derrota
La alianza fue anunciada por Iza a mediados de marzo, en un acto simbólico con voceros del correísmo, y representó un giro inesperado en la relación entre la CONAIE y el movimiento liderado por el expresidente Rafael Correa. La decisión causó sorpresa, incluso entre miembros históricos de Pachakutik, quienes recordaron que durante más de una década, el movimiento indígena fue uno de los principales opositores al gobierno de Correa, denunciando extractivismo, criminalización de la protesta social y persecución judicial a líderes comunitarios.
Leonidas Iza justificó la alianza como un acto de responsabilidad histórica frente al “peligro de continuidad del modelo neoliberal” que representa, en su visión, el gobierno de Daniel Noboa. Prometió que el acuerdo permitiría incidir en políticas sociales, ambientales y económicas favorables a los pueblos y nacionalidades indígenas.
Pero el resultado de las elecciones fue otro. Luisa González perdió ampliamente en la segunda vuelta, y lo que se proyectaba como una jugada estratégica terminó siendo interpretado por muchos como un error político de gran magnitud, que no solo no generó beneficios, sino que debilitó al movimiento indígena, evidenció divisiones internas y erosionó la credibilidad del liderazgo de Iza.
⚠️ Ola de críticas y pedidos de renuncia
Tras la derrota de González, las bases estallaron. Dirigentes de regiones clave como la ECUARUNARI (Sierra) y la CONFENIAE (Amazonía), expresaron su rechazo al pacto y lo calificaron de una “imposición cupular”, sin consenso, sin consulta previa y sin legitimidad colectiva.
Uno de los pronunciamientos más contundentes provino de Lourdes Tibán, excandidata presidencial y reconocida líder kichwa, quien dijo:
“Lo que ha hecho Leonidas Iza no solo es una traición a la memoria de nuestros pueblos, sino una burla a las luchas que tanto nos ha costado. No se puede entregar el corazón del movimiento indígena a cambio de promesas vacías”.
Existen ya llamados formales para convocar a una Asamblea Extraordinaria de la CONAIE con el fin de evaluar el liderazgo de Iza y, si las bases así lo deciden, removerlo de su cargo. Además, otras figuras emergentes dentro del movimiento han comenzado a posicionarse como posibles relevos.
🎯 ¿Error táctico o movida estratégica incomprendida?
Leonidas Iza, sin embargo, no ha dado señales de retroceder. En recientes declaraciones, reiteró que “el movimiento indígena no apoyó una candidatura, apoyó un programa político que plantea una redistribución justa de la riqueza y defensa de los derechos colectivos”. En su defensa, ha subrayado que la CONAIE no se sumó a la campaña, sino que propuso una agenda común con la RC para defender derechos vulnerables.
Sus detractores, sin embargo, consideran que el liderazgo de Iza ha cruzado una línea peligrosa: la que separa el activismo social del protagonismo electoral. Acusan que su visión está cada vez más alineada a una lógica de poder personalista, desconectada de la consulta y participación comunitaria.
🧠 Análisis: lo que está en juego para el movimiento indígena
Este conflicto interno podría marcar un punto de inflexión en la historia de la CONAIE. De confirmarse la destitución de Iza, el movimiento indígena entraría en una fase de recomposición profunda, con potencial reordenamiento de fuerzas, surgimiento de nuevos liderazgos territoriales y un debate clave: ¿el movimiento debe mantenerse al margen de los partidos o construir una fuerza política propia?
Desde las elecciones de 2021, Pachakutik viene arrastrando tensiones internas por la falta de dirección clara, conflictos entre sus representantes y pérdida progresiva de apoyo electoral. La alianza con la RC solo exacerbó esa crisis.
Además, este episodio demuestra que el capital político del movimiento indígena no puede ser gestionado desde una cúpula sin diálogo con las bases, especialmente cuando se trata de alianzas con sectores ideológicamente contradictorios o con antecedentes conflictivos.
🧭 ¿Qué papel jugará el gobierno de Noboa?
Para el presidente Daniel Noboa, esta división representa una oportunidad política. Un movimiento indígena fracturado podría significar menos presión social y menor capacidad de movilización, al menos a corto plazo. No obstante, el vacío de liderazgo en un sector históricamente movilizador podría ser ocupado por figuras más radicales, lo que también representaría un nuevo desafío.
Mientras tanto, los analistas coinciden en que esta crisis puede redefinir el panorama político del país, debilitando a la izquierda tradicional y dejando al oficialismo con mayor margen de maniobra… al menos hasta que emerja un nuevo referente social.