Desde la madrugada del 26 de mayo de 2025, miles de jóvenes ecuatorianos han intentado sin éxito completar su proceso de registro para el acceso a la educación superior a través del sistema nacional dispuesto por la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt). La razón: la plataforma en línea presenta una falla generalizada que impide continuar con el trámite. Al ingresar al portal, los usuarios se encuentran con el frustrante mensaje “Servicio no disponible en este momento, por favor intenta más tarde”.
El problema no es menor. Del 26 al 29 de mayo está habilitado el registro obligatorio para los aspirantes que desean acceder a una carrera universitaria en instituciones públicas del país. En este proceso no solo se define la validación de datos personales y académicos, sino también la generación del usuario que permite avanzar hacia las siguientes fases de postulación. La falla técnica, por tanto, interrumpe un proceso vital que afecta tanto a estudiantes como a sus familias.
📌 Un sistema que colapsa cuando más se lo necesita
Desde redes sociales y distintos medios locales, los usuarios han expresado su preocupación, enojo y ansiedad. “He estado desde las 6:00 de la mañana intentando ingresar y me saca a cada rato. No puedo avanzar. Nadie da una respuesta”, comenta Sofía A., estudiante de bachillerato de Loja. Como ella, cientos de jóvenes han compartido capturas de pantalla y mensajes de frustración en X (Twitter), Facebook e Instagram, donde el tema se ha viralizado rápidamente bajo etiquetas como #PlataformaCaída, #SenescytFalla y #IngresoUniversitario.
La situación es crítica, considerando que este proceso define el futuro inmediato de miles de jóvenes, en especial de aquellos que no pueden costear estudios en universidades privadas. Para muchos, esta es la única vía hacia una carrera profesional.
🕵️♀️ Silencio institucional: sin respuestas ni soluciones
Hasta el cierre de esta edición, las autoridades de Educación Superior no han emitido un comunicado oficial que explique el origen del problema, ni han planteado soluciones claras. La falta de pronunciamiento incrementa la molestia ciudadana y deja en el limbo a quienes deben cumplir con plazos estrictos. Padres de familia, docentes y representantes estudiantiles exigen transparencia y, sobre todo, una ampliación del plazo para garantizar igualdad de condiciones.
🧠 Una falla que evidencia viejas debilidades
Este no es un caso aislado. En años anteriores, el sistema de ingreso universitario ha presentado intermitencias y fallas, especialmente en momentos de alta demanda. Sin embargo, lo ocurrido ahora pone nuevamente en evidencia la fragilidad tecnológica de una plataforma que debería estar diseñada para responder de manera eficiente ante cientos de miles de solicitudes simultáneas.
El problema también pone sobre la mesa la brecha digital existente en el país. Para jóvenes de sectores rurales o sin acceso estable a internet, estos problemas técnicos representan un obstáculo mucho mayor que para quienes viven en zonas urbanas. A esto se suma el desconocimiento tecnológico de muchas familias que enfrentan el proceso por primera vez.
📚 ¿Y los estudiantes? Entre la ansiedad y el miedo
Los días que deberían estar marcados por la emoción de iniciar una nueva etapa educativa, están teñidos de estrés, incertidumbre y desinformación. Algunos jóvenes han señalado que temen quedarse fuera del proceso por razones ajenas a su voluntad, mientras que otros simplemente han dejado de intentarlo, ante la falta de soluciones inmediatas.
Además del impacto emocional, esta situación también tiene un efecto económico y social. Las familias, muchas de ellas con recursos limitados, invierten tiempo y dinero en centros de internet, transporte o asistencia técnica, que ahora se ven desperdiciados ante la inoperatividad del sistema.
💬 ¿Qué se espera ahora?
Lo mínimo que se demanda desde la ciudadanía es un pronunciamiento oficial, una solución técnica definitiva y una prórroga del plazo de registro. A esto se suma la exigencia de una auditoría completa al sistema y una reestructuración del modelo tecnológico que permita evitar nuevos colapsos en futuras convocatorias.
Mientras tanto, los aspirantes esperan. Esperan que cargue la página, que no se bloquee el formulario, que alguien les escuche. Esperan poder soñar con un futuro en la universidad. Y esperan, sobre todo, que su derecho a la educación no dependa de una pantalla que dice: “intenta más tarde”.