La ciudad de Loja atraviesa un momento de reconfiguración institucional y comunitaria tras la declaratoria de emergencia registrada en el cantón desde el mes de marzo. Esta situación ha obligado a las autoridades municipales a tomar decisiones drásticas pero necesarias: la reprogramación de una parte significativa de su agenda de obras barriales, con el objetivo de atender necesidades críticas y urgentes.
Según declaraciones de Diego Ramón, director de Planificación del Municipio de Loja, alrededor de 20 proyectos planificados bajo el esquema del presupuesto participativo han sido aplazados y se ejecutarán, tentativamente, en el último trimestre del presente año. Esta medida, aunque compleja, responde a una nueva priorización de recursos frente a la emergencia declarada por el deterioro de infraestructura, afectaciones climáticas y demandas urgentes de servicios básicos.
Emergencia que redefine prioridades
Desde marzo, varios eventos adversos—entre ellos, deslizamientos de tierra, fallas en redes de agua potable y afectaciones en vías rurales y urbanas—han generado un contexto de emergencia técnica y operativa. Esta situación ha provocado que los fondos originalmente destinados a proyectos como adoquinados, espacios recreativos o equipamiento comunitario deban redirigirse a obras emergentes que garanticen la seguridad y el acceso a servicios esenciales.
“Estamos hablando de un presupuesto de 1.9 millones de dólares que ha sido reorientado con responsabilidad y criterio técnico”, enfatizó Ramón. Estos fondos se destinarán a obras de infraestructura crítica como sistemas de agua potable, puentes, muros de contención y estabilización de taludes. En algunos barrios urbanos, las familias han estado en riesgo debido a la falta de protección estructural frente a eventos naturales. El Municipio responde, entonces, no solo con obra física, sino con una mirada humanitaria sobre la gestión del territorio.
¿Qué pasa con los proyectos barriales?
Pese a la reprogramación, las obras planificadas no serán eliminadas. Según confirmó el director de Planificación, los proyectos ya cuentan con estudios, presupuestos y planificación previa, por lo que están técnicamente listos para ejecutarse tan pronto exista disponibilidad económica y las condiciones lo permitan. Las autoridades han señalado que la intención es cumplir con los compromisos asumidos con la ciudadanía a través de los presupuestos participativos, en los que los barrios y parroquias urbanas propusieron y priorizaron sus necesidades.
Participación ciudadana: del diálogo a la espera
Este ajuste en la planificación ha requerido no solo de decisiones técnicas, sino también de un ejercicio de comunicación con las comunidades. Varios dirigentes barriales han expresado comprensión, aunque también preocupación, respecto a los retrasos. “Entendemos la emergencia, pero esperamos que nuestros proyectos no se queden archivados”, comentó una representante del barrio Zamora Huayco.
Desde la Municipalidad se ha insistido en que el compromiso con la participación ciudadana sigue vigente. Las obras diferidas mantienen su prioridad, y se buscará que su ejecución en el último trimestre del año se realice de manera acelerada pero con calidad.
Una ciudad que reacciona ante lo urgente
Este caso evidencia cómo las administraciones locales deben adaptarse a contextos imprevistos sin perder de vista su planificación estratégica. La capacidad de maniobrar entre lo urgente y lo importante es clave para mantener la confianza ciudadana y el ritmo del desarrollo urbano. Aunque la emergencia ha puesto en pausa parte del cronograma, también ha movilizado al Municipio hacia una actuación más reactiva, con un enfoque de riesgo y sostenibilidad.
Con 1.9 millones de dólares reasignados para obras emergentes, Loja enfrenta el segundo semestre del 2025 con una nueva hoja de ruta: atender lo vital hoy para poder cumplir con lo pactado mañana. La ciudadanía espera resultados, y el reto para las autoridades está en equilibrar demandas sociales, restricciones presupuestarias y condiciones técnicas en medio de una ciudad que sigue creciendo y exigiendo respuestas.