Significativo aporte literario de Stalin Alvear
Jaime Enrique Celi Correa
“El Viaje de Simón Bolívar a Loja” (Reconstrucción Imaginaria). Así se titula y connota la “Novela Breve” de la autoría de Stalin Alvear presentada y puesta en circulación el jueves 29 de mayo de 2025 en el Teatro “Segundo Cueva Celi” del Núcleo de Loja de la CCE “Benjamín Carrión”, Institución cultural en cuya dinámica editorial ha sido publicada.
De principio, hay que considerar, de manera atenta, los textos referidos al personaje novelado, por una parte, del escritor-compatriota Alfonso Rumazo González y, por otra, del mismo Libertador, con los cuales, a modo de preámbulo -exordio- el autor lo introduce y encamina al lector de su propuesta literaria en la dimensión correcta de su propósito comunicacional: Introducirlo e informarlo, a través del relato reconstructivo-imaginario en el acontecimiento y/o suceso histórico verdadero de la presencia real de carne y hueso del Libertador Simón Bolívar en la ciudad de Loja, en el octubre aquel de 1822, transcurridos escasos cinco meses- exactamente 140 días- de la libertaria Batalla de Pichincha y distante seis años y cuatro meses de la reivindicadora Batalla de Tarqui, aquel febrero de 1829.
Los textos históricos en referencia aluden a la realidad histórica del Libertador. Así, el de Alfonso Rumazo González acredita: “Pero a la vez, Bolívar ha sido víctima permanente de un doble acosamiento. Unos despejaron fanáticamente su vida de toda mancha y falta, deshumanizándolo y volviéndolo infalible e impecable; rompieron así la autenticidad de una existencia donde la luz o las oscuridades, el relieve hermoso o la sima, la severidad recia o el sacudimiento de las pasiones forjaron aquella estupenda trayectoria, tan rica en contrastes. Otros le han odiado, vilipendiado y calumniado en un intento inútil, estéril, por falsear esa personalidad de suyo tan alta y tan firmemente perennizada”. En la propia autopercepción que de sí escribió el Libertador, expresa el texto: “Si yo fuera el señor Hurtado, me habría vuelto a Europa a disfrutar las riquezas que adquirió con el negocio de ese fatal empréstito, que despertó la codicia de todos y que ha sido la causa más influyente para nuestro actual estado. Este es uno de los bienes que le debe Colombia a la administración de Santander, y todavía el empréstito no habría sido nada si hubiera tenido siquiera la delicadeza de manejarlo con honradez y hubieran nombrado a otra clase de hombres para negociarlo. Hurtado está tan rico, que puede comprar a la pobre Colombia” En párrafo final aparte, se agrega: “No he podido evitar la gracia hecha a Santander y sus compañeros. Primero decían mis juiciosos amigos que no se debía condenar sin pruebas evidentes, y después, que no era conveniente ejecutarlo. Yo he conservado el título de magnánimo y la patria se ha perdido”.
De lo dicho es pertinente colegir: Stalin Alvear, en su propósito de rescatar del olvido generacional la importancia singular e irrebatible que para la dinámica geopolítica, historia y cultura de la ciudad de Loja tuvo la presencia en ella del Libertador, no construye un relato histórico metódicamente documentado, sino más bien trabaja en la reconstrucción imaginativa de los sucesos. Lo hace y consigue desde y gracias a su profesional y acendrada vocación de escritor y, más que nada, de lojano incondicional e inclaudicable.
De esta suerte, acontecimiento histórico tan puntualmente nuestro, de indiscutible aporte y valía para la dinámica histórica de la región más austral y distante de aquella Gran Colombia de los visionarios anhelos del Libertador escapa, una vez más, al olvido generacional, a la vez que se consolida como una fortaleza sine qua non de la más acreditada y verdadera lojanidad.
Nuestro coterráneo Galo Mora, de lo dicho tiene la percepción cabal que le permite, con la objetividad e idónea competencia analítico-crítica que le es propia, en el prólogo de la obra, desglosar, uno a uno, criterios y conceptos fundamentales y vertebradores del relato novelesco-imaginativo recreador de las peripecias múltiples y de diversa connotación que el Libertador debió de haber experimentado y vivido en su impredecible viaje a esa tierra lojana, “desde siempre y hasta siempre”, pródiga en recursos naturales y en gentes de estirpe diversa pero de capacidad de dación inédita hasta el sacrificio inconmensurable, espontáneo, oportuno y, lo que es más ennoblecedor y digno de encomio, generoso, desinteresado, patriota. En referencia puntual a lo dicho, Mora sentencia: “Más allá de la broma, ancestral embrujo de la lojanía, las palabras pensadas en la “reconstrucción imaginaria”, tiene que ver con un Bolívar que, de repente, ha descendido de su cúpula de bronce, ha ignorado el grito infantil de “¡estatua!” y se ha convertido en hombre, en poesía andante. Sí, ese ser esencial que andamos buscando desde hace siglos en los bargueños de la memoria, en la inmadura selva de las conspiraciones, en las noches aguachentas de amor y balas perdidas, baja del trono gris y marcha, junto a desheredados, sacerdotes, indígenas y milicianos por los senderos que lo llevarán hasta Loja, la aldea ciudad sureña, levantisca, pendenciera”.
No es el ámbito de este comentario informativo el espacio idóneo para el análisis técnico de esta obra literaria de Stalin. No obstante, ello da lugar para una apreciación personal y subjetiva encaminada a darle salida a esa necesidad sentida de quien la lea, de expresar, de viva voz y de manera sentida, la sensación persistente, emocional y cálida de no solo reactivar la lojanidad, sino de encarnarla mucho más y llevarla consigo para vivirla sin cansancio, difundirla sin medir distancias, esquivando la tenebrosa telaraña de las desmemorias.
Con el prologuista concluimos este breve y superficial aporte noticioso expresando: “Gracias por traernos a Bolívar de vuelta, hermano”.