El nuevo precio referencial de la leche UHT será de $0,9624 por litro, y el precio mínimo de sustentación de la leche cruda subirá levemente a $0,5043. Sin embargo, en provincias como Loja, los productores denuncian que ese valor no se respeta desde hace años.
A partir del 1 de junio, el precio referencial del litro de leche UHT en funda aumentará a $0,9624, de acuerdo con lo establecido en el Acuerdo Interministerial 024, firmado por el Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca, y el Ministerio de Agricultura y Ganadería. Esta medida forma parte de la actualización técnica anual del precio al consumidor final, con base en una metodología que considera los costos de industrialización, distribución y comercialización de la leche de larga duración.
Simultáneamente, el precio mínimo de sustentación del litro de leche cruda se incrementará a $0,5043, es decir, apenas $0,0015 más que el valor fijado en el último periodo. El acuerdo tiene como propósito ofrecer un ingreso justo para los productores, garantizando que el pago por litro de leche cruda no baje de ese umbral.
Un precio en el papel, pero no en la práctica
Si bien la normativa establece estos valores como referenciales y obligatorios, productores lecheros de la provincia de Loja denuncian que el precio mínimo de sustentación no se ha respetado en años, dejando en evidencia la brecha entre la política pública y la realidad del campo ecuatoriano.
En diversas comunidades lojanos —como Gonzanamá, Catamayo y Saraguro—, los pequeños ganaderos afirman que reciben entre $0,30 y $0,40 por litro de leche cruda, muy por debajo del mínimo establecido. Esta situación no solo precariza la actividad lechera, sino que amenaza la continuidad de muchas fincas familiares.
“Nos hablan de precios de sustentación, pero en Loja nunca se ha pagado eso. No tenemos cómo exigir porque el intermediario impone el valor y, si no aceptamos, se va con otro productor”, cuenta Luis Ramón, ganadero de El Cisne.
El problema no es nuevo, pero se ha agravado con los altos costos de producción, incluyendo alimentos balanceados, medicinas veterinarias y servicios básicos. La inflación y la falta de apoyo técnico hacen que producir leche en zonas alejadas se vuelva insostenible. Paradójicamente, el consumidor paga casi un dólar por litro de leche en funda, mientras el productor recibe menos de la mitad.
¿Dónde se rompe la cadena de valor?
La diferencia entre el precio que recibe el productor y el que paga el consumidor final ha generado críticas al modelo de comercialización de la leche en el país, en el que la industria procesadora y los intermediarios concentran el mayor margen de ganancia.
El Acuerdo Interministerial establece que el precio mínimo de sustentación es obligatorio para los compradores, especialmente las plantas procesadoras. Sin embargo, la débil fiscalización estatal, la informalidad del sector y la concentración de poder de ciertas industrias permiten que en regiones como Loja esta normativa sea ignorada sin consecuencias.
“Si las plantas lecheras no pagan el precio mínimo, deberían ser sancionadas. Pero no hay controles. En Loja, eso es letra muerta”, comenta María Eugenia Jaramillo, presidenta de una asociación de productores de leche en la parroquia Vilcabamba.
Una medida que urge acompañamiento técnico y controles reales
El incremento técnico del precio de la leche UHT puede tener sentido en el mercado urbano y en el contexto inflacionario actual. No obstante, carece de legitimidad en las zonas productoras, donde los actores fundamentales —los ganaderos— siguen vendiendo por debajo del costo de producción, muchas veces por falta de alternativas, asociatividad o canales de comercialización justos.
Sin una política pública coherente que acompañe el anuncio de precios con mecanismos de verificación, penalización a los infractores y promoción de asociaciones de productores, el aumento de tarifas será apenas una cifra en los documentos oficiales, sin impacto real en el bolsillo del campesino.
El precio referencial de $0,9624 por litro de leche UHT puede verse como un avance hacia el reconocimiento del valor real del producto en el mercado. Sin embargo, el gran ausente en esta ecuación sigue siendo el productor, especialmente en provincias históricamente marginadas como Loja. Allí, los precios oficiales se anuncian desde Quito, pero no bajan por la carretera de la política pública hasta las fincas lecheras.
El desafío sigue siendo lograr que las normativas no solo se firmen y difundan, sino que se cumplan con equidad y rigor, para que el productor rural no siga siendo el eslabón más débil en una cadena de valor que no puede sostenerse sin él.