Historia Lojana

Luis Felipe Jaramillo Jaramillo

El 19 de abril de 1871 nació, en la parroquia El Sagrario de la ciudad de Loja, el doctor Luis Felipe Jaramillo Jaramillo.  Fue hijo de los esposos Felipe Jaramillo y Josefa Jaramillo. La familia gozaba de un   status  de estima, consideración y afecto en la colectividad lojana de su tiempo.

A la época, Loja era una pequeña ciudad. En ella se conocían todos y la sociedad, en su conjunto, homologaba una realidad familiar ampliada. La cotidianidad de la población transcurría en la actividad del comercio, del quehacer artesanal, tanto artístico como de oferta de servicios y producción de bienes. La educación escolar y media estaba atendida por la Iglesia, a través de sacerdotes diocesanos o de religiosos de varias comunidades.

Luis Felipe Jaramillo Jaramillo cursó sus estudios primarios en la escuela de los Hermanos Cristianos. Los de bachillerato, iniciados en el Seminario Menor San José los concluyó en el Bernardo Valdivieso. Estudió Ciencias Sociales, Políticas y de Jurisprudencia en la Junta Universitaria de Loja, centro de educación superior que, a la fecha, carecía de competencia legal para otorgar títulos académicos. Luis Felipe Jaramillo Jaramillo debió concluirlos en la Universidad Estatal de Cuenca, entidad que le impuso la toga de abogado de los tribunales de la república en 1896, a los 25 años de edad.

Luego de su graduación y titulación académicas, el joven abogado se radicó en Loja. Dedicó su energía, su don de gentes, su hombría de bien y su elevada competencia académica, tanto al libre ejercicio profesional, como a la docencia, a la administración pública y a la vida de hogar.

La vida pública y privada del Dr. Luis Felipe Jaramillo es ejemplar, porque fue testimonio de honestidad, de transparencia, de afecto al compromiso con el deber y la responsabilidad, siempre apegada, sin claudicaciones, a la normativa ética y moral de su acendrado humanismo cristiano, de cuyos valores inmutables y perennes se posesionó con ponderada capacidad analítico – crítica desde su infancia, transcurrida en una vida hogareña sustentada en la autoridad y ejemplo paternos y compartida con sus nueve hijos: Julia María, Dolores Virginia, Virgilio, Elvira Matilde, Carmela, Ana María, Martha Lucrecia, Dora Marina y Eufemia.

La actividad del doctor Luis Felipe Jaramillo Jaramillo incidió notablemente en diversos ámbitos del devenir y quehacer sociales  de la colectividad lojana de entre los siglos XIX y XX (1871-1967). Su existencia proficua fue un verdadero eslabón en la cadena generacional protagonista del desarrollo cultural de Loja, entre la tradición y la modernidad. No un eslabón débil, sino de consistencia acrisolada en la certeza de que el valor intangible de toda dinámica social proyectiva es el ser humano con derechos a ejercer, responsabilidades y compromisos a cumplir y libertades a precautelar y garantizar.

A la época, Ecuador vivía las confrontaciones ideológico-políticas violentas entre las viejas estructuras de poder, de raigambre feudal y colonial, y los postulados renovadores del pensamiento liberal, impulsor de la vigencia de las libertades y derechos ciudadanos. Las rivalidades y odiosidades políticas entre liberales y conservadores continuaban y continuarían siendo el puñal que sangraba a la familia ecuatoriana.

En estas circunstancias álgidas del convivir nacional, la designación del doctor Luis Felipe Jaramillo como Gobernador de Loja por el presidente Leonidas Plaza Gutiérrez, precisamente cuando la conflictividad política se hallaba en su efervescencia, es indicador inequívoco de la credibilidad que el pueblo lojano y el poder central tenían en el equilibrio y aplomo de su personalidad.

En el ámbito de la gestión pública, el doctor Luis Felipe Jaramillo ocupó funciones importantes en diversas instituciones. Así: fue secretario del Concejo Municipal de Loja entre 1897 y 1900. Procurador Síndico de la entidad. Registrador de la propiedad. Juez de Letras desde 1901 hasta 1906. Ministro Juez de la Corte Superior de Justicia de Loja, en 1919. Ministro Fiscal de la misma, por dos períodos: el primero hasta l934 y el segundo, entre 1938 y 1947. Desde 1916 hasta 1919, fue Senador por Loja, en el gobierno del presidente Alfredo Baquerizo Moreno. En los gobiernos de los presidentes Isidro Ayora Cueva y Carlos Alberto Arroyo del Río, indistintamente, le fue propuesto el cargo de Presidente  de la Corte Suprema de Justicia. Por razones personales, entre ellas, su no deseo de desarraigarse de su entrañable tierra natal, a la cual le había entregado su vida, dejó pasar tan honrosas invitaciones, deferencias y oportunidades.

El doctor Luis Felipe Jaramillo, había tomado la férrea decisión de no desarraigarse de Loja, escenario geográfico, humano y cultural en el cual desarrolló su vida con verdaderas connotaciones y encomio. Ello da lugar a reflexionar sobre el fenómeno de la movilidad social denominado “fuga de cerebros”. Situación extrema que frena el desarrollo armónico de los pueblos, al concentrar el potencial humano capacitado en los consabidos polos de poder económico y político. Es necesario recalcar que Loja ha sacrificado y entregado mucho de lo mejor que en recursos humanos ha tenido, en bien del desarrollo de la Patria, del fortalecimiento y consolidación de su democracia y sostenimiento de su identidad cultural.

La dinámica social de Loja, halló en las ejecutorias profesionales del doctor Luis Felipe Jaramillo aportes realmente significativos en el ámbito de la educación. Su aporte académico y testimonial de valores aportó, a más no poder, a la educación de varias generaciones de lojanos cuyas vidas y gestión han incidido en el desarrollo provincial, regional y nacional. Desempeñó con auténtico liderazgo: la dirección del Instituto Miguel Riofrío, en 1907, la docencia en el colegio Bernardo Valdivieso entre 1897 y 1900, el rectorado del mencionado colegio y de la Junta Universitaria, entidades anexas, entre 1914 y 1916.

En la tarea de dirigir las entidades educativas y en el trabajo en el aula, al igual que lo hizo en el ejercicio de responsabilidades y tareas públicas, el doctor Luis Felipe Jaramillo puso todo su empeño profesional y humano connotándolo con su lúcido ideario humanístico, rigiéndolo con su código moral y nutriéndolo con la sabia de la modestia socrática.

El transparente y equitativo liderazgo de nuestro personaje, de manera puntual y decidora, fue requerido por dos de los mecenas y benefactores lojanos de la educación y del voluntariado social de su tiempo: Daniel Álvarez Burneo y Dorotea Carrión.

Pío Jaramillo Alvarado, en su libro historia de Loja y su Provincia (Edición del Consejo Provincial de Loja, 1982, Pág. 394), refiriéndose a la obra benéfica de lojanos a favor de la educación, dice “Y en este punto se presenta un acontecimiento que ilumina con nueva luz el ámbito cultural de Loja. Se repite por tercera vez la tradición gloriosa del donativo cuantioso en bien del pueblo necesitado del auxilio extraordinario para superar su vida. En 1936 don Daniel Álvarez Burneo hace la dotación de todos sus bienes, en dinero, haciendas y casas en  favor de las instituciones de beneficencia y de la cultura industrial y técnica “del pueblo urbano y rural” de Loja, instituciones que funda expresamente en su testamento..”

En el respectivo documento, firmado por el filántropo el 28 de julio de 1936, se expresa: “…Nombro también albacea  con tenencia de bienes al doctor Luis Felipe Jaramillo Jaramillo, cargo que ejercerá conjuntamente con mi hermano José Miguel debiendo percibir por mitades, el tanto por ciento asignado por la ley…” Sin duda, la designación era un voto de confianza del generoso testatario en la integridad ética, moral y cívica del doctor Jaramillo.

Es anecdótica y ejemplar la actitud asumida por el doctor Luis Felipe Jaramillo, ante la pregunta de Daniel Álvarez Burneo, de cuánto era el costo de sus servicios profesionales. Con la espontaneidad del hombre probo y honesto, de espíritu humanista con sentido de alteridad solidaria, respondió: “si el mandante se ha despojado de todo para entregarlo a la sociedad más vulnerable y excluida de Loja, a mi me corresponde desprenderme de cualquier derecho económico y sumarme a este acto de generosidad y solidaridad”. Impulsado por la nobleza de sus sentimientos, no cobró sus justos y legales estipendios profesionales. Al doctor Luis Felipe Jaramillo le fue dada la responsabilidad de administrar y precautelar el patrimonio de tan cuantiosa donación, hasta que se dé la transferencia del legado al Municipio de Loja, heredero fiduciario.

Otra de las gestiones públicas que evidencia el comprometimiento del doctor  Jaramillo con las causas a favor de los sectores sociales desprotegidos  fue la administración de los bienes del patrimonio donado, con fines benéficos, por la benefactora lojana, Dorotea Carrión, consistente en un solar, ubicado en la cale Olmedo; la finca de La Cocha; una cuadra de terreno ubicada en  la carretera norte y una acción en una de las casas del centro urbano, misión que la cumplió con honestidad, honradez y dedicación total.

Tarea ardua para el doctor Jaramillo fue la de administrar personalmente y por voluntad de la testataria dicho patrimonio, con cuya rentabilidad se debía sustentar la obra benéfica de la Fundación Dorotea Carrión centrada en el asilo de niños huérfanos. Únicamente la  constancia férrea y la dedicación sin claudicaciones del doctor Jaramillo pudo haber sacado avante, cometido tan complejo.

Con la rentabilidad del patrimonio donado, había que financiar el estimable presupuesto para sostener el Asilo. Ese era el reto. Ese su compromiso. El doctor Luis Felipe lo enfrentó con decisión, capacidad de gestión, afecto y cariño entrañables a la obra. En el solar de la calle Olmedo y con una adecuada administración e inversión de los ingresos provenientes de los arriendos de la finca La Cocha, construyó el edificio. Con los intereses del capital recaudado por la venta, en remate, de la cuadra del Carretero Norte y de la acción del inmueble urbano, edificó las instalaciones del Asilo –hoy Orfanato- , dotando a las instalaciones de servicios básicos.  La honradez y honestidad puestas en la administración del patrimonio donado por Dorotea Carrión, por parte del doctor Luis Felipe Jaramillo, permitió, no solo precautelar su integridad, sino asegurar la supervivencia misma y proyección de una de las obras del voluntariado lojano de mayor significación a favor de la niñez desprotegida de la ciudad. Desde 19.., la obra está a cargo de la comunidad de hermanas Dominicas.

Es realmente importante en la vida ejemplar de este lojano ilustre, a más de la solvencia académica que sustentó su ejercicio profesional, la manera modesta, pero convencida e indeclinable de vivir los valores del humanismo cristiano, en su caso, nutridos con los también valores humanísticos de la doctrina liberal, defensora de los derechos ciudadanos y  de las libertades públicas. Entre ellos: entender y ejercitar la profesión con sentido y dimensión de alteridad y servicio. Así enseñó el camino más adecuado para vivenciar el precepto evangélico, del amor al prójimo.

Sus servicios como presidente de la Sociedad Unión Obrera Primero de Mayo, del Hospicio Daniel Álvarez Sánchez y del Asilo Dorotea Carrión, son fehacientes manifestaciones de ello.

En varias ocasiones y circunstancias la sociedad lojana estimó y encomió la valía de la vida y gestión del doctor Luis Felipe Jaramillo Jaramillo y su influencia en el sostenimiento y proyección del desarrollo de Loja, ciudad y provincia. Destacan, entre otros, los siguientes homenajes y muestras de reconocimiento:  el realizado por el Club de Abogados “Luis Felipe Borja” en el Teatro Universitario Bolívar, el 20 de febrero de 1964, con ocasión del Día del Abogado. En este acto, la Corte Superior de Justicia de Loja lo declaró “Decano” del cuerpo de abogados, al tiempo que el gremio del foro lojano le entregó un acuerdo testimonial y de admiración a su brillante ejercicio profesional, a través del cual, no solo prestigio la profesión sino que encaminó su praxis por el sendero de la normatividad ética Y  la dimensionó al servicio de la dignidad humana en base a la precautela y vigencia de sus derechos y libertades. La comunidad educativa del colegio Bernardo Valdivieso manifestó su adhesión institucional al homenajeado a través del acuerdo declaratorio de “Eximio Rector y Maestro del establecimiento”.

El también ilustre forense lojano, doctor Jorge Hugo Rengel Valdivieso, en carta de fecha 13 de noviembre de 1959, dirigida al presidente de la Corte Superior de Justicia de Loja, manifiesta: “Existe entre nosotros un anciano respetable y querido. Un abogado que elevó el ejercicio profesional a altísima categoría moral. Un jurista que cuando le correspondió actuar como juez, fue dechado de capacidad y probidad. Este ciudadano que responde al nombre de Dr. Luis Felipe Jaramillo Jaramillo, ha servido a la sociedad desde los más altos cargos de la administración pública, de la función judicial y la gestión municipal. Además, se debió a él, de lo cual doy fe, que se cristalizara en realidad los sueños del filántropo lojano señor Daniel Álvarez Burneo, de dejar su fortuna en beneficio del pueblo lojano”

A los 76 años de edad, y transcurridos 50 de dedicación al servicio de los caros intereses de Loja, el doctor Luis Felipe Jaramillo se retiró  a la privacidad de su hogar, compartiendo la intimidad y afecto hogareños con su esposa Julia Sotomayor y sus nueve hijos. Este patriarca lojano falleció a la edad de 96 años el 5 de julio de 1967. Tras de sí dejaba una historia existencial plasmada, más que en documentos escritos, en la memoria del colectivo social y rubricada con el testimonial ejemplo de su vida.

El magisterio social del doctor Luis Felipe Jaramillo Jaramillo había calado hondo en la conciencia del colectivo lojano.