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Ecuador, epicentro del narcotráfico global: puertos contaminados y empresas bananeras en la mira

En los últimos cinco años, Ecuador ha transitado de ser un país de paso del narcotráfico a convertirse en una plataforma clave para la exportación de cocaína hacia los mercados de Europa, Estados Unidos, Asia y África. La ubicación estratégica del país, sus puertos de gran capacidad y la débil institucionalidad en algunos sectores lo han transformado en una zona crítica para el crimen organizado transnacional.

El fenómeno se ha profundizado con un actor inesperado: el banano. La fruta estrella de exportación ecuatoriana se ha convertido en el medio de transporte favorito de las mafias del narcotráfico para ocultar y enviar toneladas de droga camufladas entre cajas perfectamente etiquetadas y listas para el mercado internacional.

🚢 Puertos bajo control: una amenaza creciente

Los puertos de Guayaquil, Posorja y Manta se han convertido en focos estratégicos del tráfico de drogas. Según informes de la ONU y la Policía Antinarcóticos de Ecuador, al menos el 35% de los contenedores contaminados con droga que salen del país tienen como origen estos puntos portuarios.

Los carteles internacionales, particularmente de México, Colombia y los Balcanes, han tejido redes dentro y fuera de los puertos, comprando voluntades, sobornando operadores logísticos e infiltrando incluso a personal de seguridad.

El modus operandi incluye el uso de empresas “pantalla”, alteración de manifiestos de carga, y la manipulación de contenedores a través de “preinspecciones” ilegales. La situación se ha vuelto tan alarmante que Ecuador fue incluido en la lista de países con mayor riesgo de exportación contaminada de cocaína, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).

🍌 El banano, camuflaje perfecto

Con más de 7 millones de toneladas exportadas al año, el banano es el segundo producto más importante de la economía ecuatoriana. Sin embargo, su estructura logística y su amplia red de distribución global lo han hecho vulnerable al narcotráfico.

En operativos recientes, la Policía ha decomisado cargamentos con hasta 3 toneladas de cocaína camuflada entre racimos de banano, dirigidos a Bélgica, Países Bajos y España. Las organizaciones criminales aprovechan la rutina de las exportaciones, el alto volumen y la escasa fiscalización para infiltrar droga sin levantar sospechas.

Además, la complicidad de ciertos actores empresariales ha sido evidente: investigaciones abiertas han vinculado a al menos 10 exportadoras bananeras con operaciones de lavado de activos y asociación ilícita.

📉 Consecuencias económicas y sociales

El impacto va más allá del ámbito judicial. Las empresas serias del sector bananero enfrentan ahora más controles, altos costos de certificación, retrasos en aduanas y pérdida de confianza en los mercados internacionales. En algunos países europeos ya se exige una verificación adicional para productos procedentes de Ecuador, lo que golpea a productores honestos y trabajadores agrícolas.

En lo social, el fortalecimiento de las bandas narcotraficantes ha desatado una ola de violencia sin precedentes: extorsiones, asesinatos selectivos, enfrentamientos armados, y hasta masacres carcelarias se relacionan con la lucha por el control de las rutas y cargamentos.

Loja, aunque no es zona portuaria, ha comenzado a registrar movimientos sospechosos en sectores de almacenamiento, paso de camiones pesados en horarios inusuales y crecimiento del microtráfico en sectores populares, alertando a las autoridades locales.

🧠 ¿Y ahora qué? El desafío de Estado

El gobierno del presidente Daniel Noboa ha anunciado una nueva estrategia antidrogas que incluye:

  • Escáneres de carga 100% funcionales en los principales puertos.
  • Unidad de inteligencia portuaria con agentes internacionales.
  • Control financiero a empresas sospechosas.
  • Campañas para disociar al sector agrícola del narcotráfico.

Pero analistas aseguran que se necesita más: voluntad política, depuración institucional y cooperación internacional sostenida.

Mientras tanto, Ecuador sigue atrapado entre la presión de los carteles y la fragilidad de su aparato de control. La batalla apenas comienza.