En una reveladora intervención ante el Pleno de la Asamblea Nacional, Gabriela Goldbaum, exesposa del presidente Daniel Noboa, expuso públicamente los sufrimientos que ha enfrentado durante años, y cómo la violencia vicaria, una forma de abuso cruel y devastador, ha marcado su vida y la relación con su hija. Según Goldbaum, su exesposo decidió retener a su hija tras un viaje, y aunque han pasado seis años desde ese suceso, la madre continúa luchando por su derecho a ser la guardiana de su pequeña.
“Solo quiero que el pésimo enemigo me deje en paz”, declaró Gabriela, con voz entrecortada por la angustia de años de enfrentamientos legales y emocionales. Goldbaum relató cómo, desde 2019, su exmarido intensificó sus agresiones tras su negativa a ceder a sus múltiples deseos. De acuerdo con la exesposa de Noboa, el tono de su esposo se volvió cada vez más agresivo, lo que derivó en una avalancha de demandas legales que han sumado 42 hasta el momento.
Este caso no es único, ya que Goldbaum lo calificó como emblemático de la violencia vicaria, una forma de abuso que utiliza a los hijos como un medio para infligir daño a la madre, aprovechando el vínculo afectivo de los niños y su influencia sobre ellos. La denuncia de Goldbaum no solo destaca el sufrimiento de una madre, sino también cómo el poder y la influencia de su exesposo, Daniel Noboa, han permitido que esta violencia sea perpetuada con impunidad.
La exesposa del mandatario también expresó su temor por las posibles represalias por parte del Ejecutivo, señalando que su familia ha sido víctima de persecución, un claro abuso de poder que, según Goldbaum, se ha aprovechado para silenciar sus reclamos y seguir afectando su bienestar y el de su hija. A lo largo de su intervención, Goldbaum destacó la urgencia de legislar sobre la violencia vicaria en Ecuador y la importancia de proteger a las mujeres que, como ella, enfrentan este tipo de abuso.
Con su testimonio, Gabriela Goldbaum no solo buscó visibilizar su caso, sino también el sufrimiento de tantas otras madres que atraviesan circunstancias similares. Su valiente denuncia resalta la necesidad de que el sistema judicial y la sociedad en general reconozcan la violencia vicaria como un crimen que debe ser severamente castigado, y que se protejan los derechos fundamentales de las madres a criar y mantener una relación sana con sus hijos.