Una profunda tristeza y preocupación se han apoderado de la comunidad de Ambato y la provincia de Tungurahua tras conocerse la trágica noticia del hallazgo del cuerpo sin vida del padre Enrique Fabián Arcos Sevilla, ocurrido casi al anochecer del domingo 3 de noviembre. El fallecimiento del querido sacerdote ha conmocionado a fieles y ciudadanos, dejando un vacío irreparable en la región.
El cuerpo del religioso fue encontrado en Panzaleo, cantón Salcedo, provincia de Cotopaxi. Desde el miércoles 30 de octubre, el padre Arcos había sido reportado como desaparecido, luego de ser visto por última vez en la ciudadela Cristóbal Colón, cerca de la unidad educativa Bolívar, en el sur de Ambato. Al no regresar, la preocupación se hizo palpable, y la noticia de su desaparición fue oficializada la mañana del jueves 31.
La Policía Nacional, encargada de las investigaciones, aún no ha ofrecido detalles completos sobre el hallazgo del cuerpo, pero se sabe que el sacerdote presentaba signos de violencia y estaba con las manos atadas, lo que ha generado un ambiente de incertidumbre y alarma en la población. Las autoridades trabajan arduamente para esclarecer este terrible hecho y ubicar el vehículo Kia color rojo en el que el sacerdote solía movilizarse, que hasta el momento no ha sido encontrado.
La comunidad católica de Ambato ha expresado su dolor y desconcierto. El padre Enrique Fabián Arcos Sevilla, recordado por su devoción y servicio a los más necesitados, deja un legado de fe y amor al prójimo. Se espera que, en los próximos días, las autoridades ofrezcan más información y que se puedan realizar las exequias en un ambiente de respeto y oración.
La desaparición y muerte del sacerdote no solo deja en shock a quienes lo conocieron, sino que también despierta un llamado urgente a la justicia para esclarecer los hechos y dar con los responsables. La tragedia ha recordado a todos la importancia de la unidad y el acompañamiento en momentos de adversidad. La comunidad pide paz, justicia y consuelo para los familiares y amigos del querido padre Enrique.